El vídeo acapara (con razón) cada vez más focos en las redes sociales. Sin embargo, a la hora de hincar el diente a la imagen en movimiento en las plataformas 2.0 las marcas incurren en no pocos patinazos que echan por tierra sus denodados esfuerzos en el universo del vídeo online.
Para que sus vídeos no sean víctimas del temido «scroll» y desfilen sin pena ni gloria por las redes sociales, las marcas deberían hacer suyos los consejos que Torben Platzer desmenuza en un artículo para Horizont:
1. Ofrecer al espectador algo que arrebate su atención
Los primeros 3 o 5 segundos de un vídeo son absolutamente decisivos y son los que determinan si el espectador contemplará o no el vídeo hasta el final.
En este brevísimo periodo de tiempo el usuario emite un juicio de valor (sumarísimo) sobre el vídeo y decide si continuar o no haciendo «scroll».
Razón de más, por lo tanto, para utilizar esos 3 o 5 segundos para atrapar al espectador y no dejarlo escapar. ¿Cómo? Con una sorprendente declaración de intenciones que estimule su mente, con una historia con gancho o con elementos irresistiblemente cómicos que fijen su atención desde el principio.
Es esencial que el espectador quiera continuar viendo el vídeo tras los primeros 3 o 5 segundos para descubrir qué viene a continuación.
2. Apostar por la sencillez
En un vídeo el mensaje debería ser lo más simple posible para conseguir que cualquiera pueda entenderlo. El contenido ha de ser claro de manera inmediata para el espectador.
A menudo el espectador se pierde en un maremágnum de información o de fórmulas absolutamente incomprensibles con una supuesta pátina intelectual.
El contenido del vídeo debe aspirar a ser lo más sencillo posible y ello atañe también de manera directa a su argumento.
En cambio, la edición del vídeo debe ser absolutamente excepcional. Aquí la sencillez no tiene cabida alguna.
3. Los datos venden (y las historias también)
La información agazapada en un vídeo es importante a la hora de legitimar la compra, pero el primer impulso debe ser de naturaleza emocional.
Los vídeos que orbitan en torno a la venta pura y dura no tienen cabida en las redes sociales, donde son mucho más importantes las historias que se narran.
En un vídeo las historias deben ser contadas de tal manera que la audiencia pueda identificarse con ellas, llegue hasta el final y eventualmente compre productos y servicios a la marca que lo rubrica.
4. Integrar los valores de la marca
Los valores de una compañía pueden ser fácilmente integrados en un vídeo, algo que es, sin embargo, mucho más complejo en una fotografía.
El espectador debe tener claro cuáles son los particulares valores de la marcas y reconocerlos fácilmente en sus vídeos.
Que las marcas hagan gala de un propósito específico en sus vídeos tiene un fuerte impacto en el «brand awareness» y genera además confianza adicional en el espectador.
Además, hoy más que nunca los valores de las marcas tienen un impacto de primer orden en las decisiones de compra del consumidor.
5. Determinar una «call to action» absolutamente prístina
Al final de todo vídeo debe haber una «call to action» que en el mejor de los casos solicite al espectador lo que debe hacer a continuación.
La «call to action» no tiene por qué entroncar de manera directa con la compra de un determinado producto o servicio, puede animar también al espectador a dejar su «feedback», a involucrarse en un debate concreto o a compartir el vídeo con otras personas.
Es importante en todo caso que la atención de los espectadores que se han tomado la molestia de ver el vídeo hasta el final se concentre en un objetivo concreto.